2020 marzo

26 Mar: Credo

Creo en los aviones, en las hormigas rojas,

en la azotea de los vecinos y en su ropa interior

que los domingos se mece, empapada,

de un hilo. Creo en los tinacos corpulentos,

negros, en el sol que los cala y en el agua

que no veo pero imagino, quieta, oscura,

calentándose.

Creo en lo que miro

en la ventana, en el vidrio

aunque sea transparente.

26 Mar: II

De niña, colocaba una mano frente a la linterna

para mirarme el cuerpo a contraluz y rojo

encarnizado, denso y rutilante

como imagino el plasma. Me parecía

que al envés del cuerpo lo habitaban

elementos extraños y luminosos.

Por supuesto, era la sangre, atravesada

por la luz, me lo dijo mi padre, y aparte

se me transparentaba la piel y me dio pena

no haber sabido antes que cargamos

cinco litros de sangre y tantos huesos y más dientes

de los que caben en la boca.

26 Mar: Materia oscura (III)

La materia oscura tal vez está formada por todo lo que

podría haber sucedido, las decisiones contrarias, los

caminos que ya nunca tomamos. Todos esos universos

alternos que germinan cuando decidimos lo otro, que

existen al mismo tiempo, simultáneos, ejercen sobre el

nuestro su fuerza de gravedad y nos mantienen. No quiero

decir juntos.

12 Mar: La Libertad es una zona afectada

Camino por estas calles:

alguien atropelló el semáforo nuevo;

hay negocios de Internet donde antes fondas;

mataron a Roberto por andar de narco;

mandan saludar a mi padre.

Regreso a casa con noticias, un seis de cerveza

el cambio en monedas sueltas y las manos húmedas

como la colonia en febrero, cuando la lluvia no se lleva todo

y los damnificados nos quedamos

a cuidar las pertenencias

12 Mar: Jueves 18

Soñé con ocho personas conocidas y una desconocida,

entre las conocidas estaban amigos, amigas y mi asesora

de tesis; los nueve en algún momento me preguntaban:

«¿Imaginas un país con inviernos de seis meses?»

Cada vez que lo decían yo me sentía un poco mejor.

12 Mar: 5

a las madres no les gusta el ritmo

del Impala rojo

ni las fotos en el periódico que hablan español en vísceras

y dicen hijos de unos padres de otros

proveedores de telas y retazos

para unos más

porque los cadáveres

siempre son los hijos de otros

el marasmo de sesos en la carretera

y los miembros del cuerpo angelado pero que vuelan

 aparte

se rebanan al aire las piernas de los hijos de otros

los hermanos practican la alta velocidad

como si el aire

tuviera otras opciones de manejo

si vamos a la retacería a buscar el brocado

hecho del mismo cuero textil

en que fueron concebidos los asientos del Impala

podremos estar seguros

de que serán otros

los que rotulen los pliegos de la nota roja

los hijos no deseados de otros

05 Mar: Sin título

De mi madre recuerdo su sonrisa de dientes cariados. Recuerdo que se sentaba lejos de la cocina a comer discretamente un taco. Que servía y se retiraba, y el único trozo de carne era para los hombres. De mi madre recuerdo que se lamía los dedos después de tender la carne en la sartén, que hacía el amor a pesar de todo, y en su rostro nunca era difícil distinguir la risa del llanto. Recuerdo que mi padre era una sombra que la atravesaba y desaparecía. Recuerdo que me contuve decenas de veces de bajar de la litera y abrazarla como quería que me abrazara, pero me daba miedo su furia, sus celos, me daba miedo mi padre desnudo.

05 Mar: Sin título

Mi madre me encerraba porque me había descubierto llorando. Mi madre era hermosa. Se trenzaba el cabello frente a nadie. Olía siempre a leña, a lama de arroyo y a cenizas. Mi madre nunca se elevó por un amor ligero, a mi madre le pesaba el amor, la apuntalaba a la tierra. Ya ni siquiera soñaba. No podía soñar mi madre. Su cuerpo estaba orientado al suelo, miraba por la ventana con la cabellera cruzada en su pecho, en una isla, y se dormía. Tal vez amé a mi madre sólo porque me parecía bella, quizá amé a mi madre tan sólo porque yo latía dentro de su herida, donde me acunó después de ponerme dentro.

05 Mar: Sin título

Hay casas que te hacen esto. Te agobian, te embrutecen. Hay casas así. Nadie sabe lo que ha sucedido antes en ellas. Casas como ésta, en la que deambulan voces de viejos que siempre han estado en cama, que siempre han sido viejos; casas con crujidos del mar abriendo las montañas, de viento mostrando su ruido de alma indefinida. Casas donde el cuerpo del cautivo estará solo, absorto en el ritual del corazón y en la memoria. Pero en la rutina de cuidar que el estómago no se digiera a sí mismo, que una idea no se confunda con una evocación, que soñar no sea confuso, siempre se puede estar a solas, porque todos tienen miedo de entrar en casas como ésta: habitadas, por ejemplo, por una niña triste y por una muerta en llamas.