Cada vez que me acuerdo del zapato
de la hija de Bullock en la cinta
premiada con un Óscar, Gravedad,
yo siento un llanto donde nadie escucha,
donde no hay ley momentum angular
y escombros que nos llegan del futuro
le ha preocupado tanto ese zapato
y mamá da con él bajo la cama.
Me imagino que el llanto me protege
contra los ángeles y sus trastadas:
asteroides errantes en la noche.
Me da rabia sentir que estoy llorando
por una niña falsa, de mentiras,
Isabela desnuda en el futuro.
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