
Se fueron apagando las primaveras
en nuestros distantes trayectos urbanos
y en los otoñales suspiros lejanos.
De aquellas miradas dolientes esperas
forjar las olvidadas y tristes eras.
El tiempo que es altivo y de ojos arcanos
convierte a los corazones soberanos
y los recuerdos en quebradas quimeras.
No vuelve a los ojos la luz que se apaga
en cada uno de los desaires del día.
Nada queda, solo nuestra mente vaga
y aquellos silencios llenos de poesía
que a las inquietudes nocturnas se traga
en cada articular de la voz sombría.
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