No hay duda, estoy viva

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Quisiera reconocerme en el rugir del trueno en medio de la tormenta, en el retumbar del martillo contra el metal o en el fuego consumiendo la madera.

Quisiera sentirme grande, fuerte y poderosa. Quisiera hablar y que todos quedaran callados, estupefactos y sin aliento. Quisiera convertirme en guerrero que desenvaina su espada contra el enemigo y con tres movimientos acabar mi cruzada. Quisiera ser liberadora de mentes y conquistadora de mares… pero, no soy así.

Años han pasado queriendo ser tal fuerza de la naturaleza, arrolladora e intimidante, hasta que me encontré. Me reconocí en el centro más profundo del bosque, en el sonido de un riachuelo, en el movimiento constante y suave de sus aguas. Me reconocí en el delicado aleteo de una mariposa. Me encontré en el dulce danzar del viento y las hojas de abedul. No había duda, estaba viva.

Observé el cielo, sentí el viento como un beso y percibí el pacífico canto de las estrellas. Al fin me encontré en la ternura y la gentileza que me ofrecía la vida.

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