
Cuando olvidamos la naturaleza del sueño, comenzamos a rasgar la materia que constituye nuestra imaginación. Comenzamos a repetir cíclicamente ideas ya desechadas, ideas sin utilidad. El sueño como toda creación cósmica se alimenta de la variedad, y para provocar que la variedad exista dentro de nuestro ser es necesario despertar aquella cualidad humana tan asombrosa que es la creatividad. Yo desconocía esto, y ahora me entero cuando ya no es tiempo para asimilarlo y remediar mi condición. Si bien siempre fui un niño creativo, el permanecer aislado provocó que mi mente, quizá en un intento por fugarse de este mundo, fuera exterminando progresivamente ese espíritu que alguna vez me guió por la vida. Retomando el tema de los sueños, mi constante estado de exilio me llevó a olvidar el concepto de sueño. Para mí pasó de ser una historia de tema libre, a ser simplemente una realidad más a la que llego sin querer en algún punto de la noche.
Los doctores hablaron conmigo.
–¿Usted ha tenido sueños recientemente?
–No, señor, no he soñado nada.
–¿Qué pasa cuando duerme?
–Despierto, y ustedes me llevan a otro cuarto, señor.
La realidad es que nunca existió un segundo cuarto, el doctor me dijo que cuando sentía que iba a otro cuarto exactamente igual a este, estaba soñando. Y pregunto ¿un sueño puede ser un sueño si es que se sueña la misma realidad?
Al parecer llevo 20 años con esta condición, y no la había notado, que es lo peor. Ahora que lo pienso, quizá poco a poco mi imaginación vaya desapareciendo como mi capacidad de soñar. Qué condena tan fatal es privar a un hombre de sus propios pensamientos, de su mitología personal, de su fantasía que de tantos ahogos de tristeza nos salva. Y lo peor de todo, y lo digo sin mayor sentimiento, es que mi estancia en este hospital dejará de ser un sueño como cuando era niño.
–Vas a ir ahí, y cuando menos te lo esperes, saldrás mejor. Sólo será como un mal sueño, hijo.
Nunca lo volveré a ver así, ahora sólo me queda verlo como mi realidad, que antes era un sueño, pero ahora ya no sueño, sólo veo la realidad dormido. Qué vida, sin soñar. ¿Lo puedes imaginar? Porque yo… No.
27