En lo alto de la montaña, ante el impresionante cielo nocturno, la brisa corre suavemente entre el cabello de Hallie. Sentada en el suave pasto escribe en un viejo cuaderno. Por lo concentrada que está no se da cuenta de que alguien acaba de llegar.
—¿Hola? —dice un chico acercándose a Hallie.
Ella sorprendida se levanta de golpe y responde:
—¡Hola! —ríe nerviosa escondiendo su cuaderno—. Eres un visitante ¿no? ¿Vienes a ver las estrellas?
Los dos hablan un buen rato sobre ellos y las estrellas. Se nota el amor hacia el universo que hay dentro de ellos.
Con un poco más de confianza el chico pregunta curioso:
—Y… ¿Qué estabas haciendo cuando llegué?
—Nada, nada… es algo que escribo. Tonterías nada más. Solo salen de mi imaginación, de lo que me gusta: las estrellas, las aventuras, las fantasías. Lo hago como si fuera para alguien que no existe —dice Hallie.
—¿Me dejarías leer una de tus aventuras? —pregunta el chico.
Luego de un breve instante de silencio Hallie acepta y le entrega el cuaderno. Él lo empieza a leer mientras suelta pequeñas risas.
—Son solo sueños, no te burles —dice Hallie rápidamente un poco seria.
—No, no, no —niega el chico sonriente —. Me gustaría ser parte de tus sueños.
—¿Ser a quien le escribo?
—Sabía que algún día nos encontraríamos —responde el chico contento.
