
Jardín yermo soy.
Vieja soy en diecinueve.
Diecinueve y un libro.
Un libro y tú.
La tinta llora
en innumerables días
por un ser omnipresente
en el pensamiento.
La pluma habla
lo que cobardía calla,
por miedo a los finales
sin ningún principio.
Ser que vivía
en aquel mundo alterno
donde el jardín lozano
era existente.
Era visto diario,
y cuando no,
el pensamiento de enamorada
sí lo traía.
La imagen borrosa
de un ser idealizado,
escriben las plumas
cansadas de amar lo falso.
Para ella fue el libro,
regalo en diecinueve,
la prueba incierta
de la existencia de él.