Nací
de la nada y de la vida,
crecí
bajo el sol y las estrellas
con la tierra como cuna,
con la piel entre la bruma.
Observé las estaciones
levantarse de los poros de la tierra;
cuatro sabios que caminan
en el giro de la bóveda celeste.
Mi alimento y mi refugio
es el árbol que me guarda
bajo un manto de silencios y murmullos,
como madre.
Me marché y permanecí,
un estigma fue mi ausencia.
Encontré por fin mi oficio
en la linterna que sostengo.
Viajo en lo distante,
vuelvo al punto de partida,
tintinean mis campanas
sobre valles y desiertos.
Soy guardián de la mangata
que se extiende en tu mirada,
navegante del destino,
de lo escrito en lo infinito.
Mi artefacto volador
deja una estela de diamantes,
fugaz como promesa
efímera y perpetua
de tenerte junto a mí.
Fulgor en escarlata
no nos quemes,
no agonices,
ilumina lo perdido.
Guía mis destellos,
brota, flor azul celeste.
danzaré junto a la luna,
con el viento en mis zapatos.
Gracias por compartir tan bella metáfora.
Son lecturas por las cuales valen la pena abrir f b.
Fuerte abrazo y apretón de mano desde Orizaba Veracruz.