
Fue decayendo la tarde como rosales
de un jardín. Colores rojizos van pintando
el ardor de un cielo, con las esculturales
figuras de mármol espumoso, danzando
por sobre la quietud y templanza del viento.
La temperatura ya baja los peldaños
de mi cuerpo, erizando el vello en que siento
pasar sus fríos dedos. Se juntan los años
en mi dócil y melancólica mirada
que bordea lentamente la sombra del hombre.
Es domingo, lo sabe tu imagen soñada.
El día que las cosas no tuvieron nombre.
31