Un lobo habita en mí

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Las luces parpadean sobre mi cabeza, confiriendo a mi reflejo en el espejo roto un cariz más atemorizante… ¿o sería atemorizado? Soy una quimera, un ser dual que no termina de definirse ni de fusionarse. Soy una lucha constante que nadie puede ver, una batalla que pierdo cada mes a la luz de la luna llena.

Hermann Hesse escribió que había una naturaleza compartida en todos los seres humanos, en la cual conviven dentro de cada uno un perro, un pez, un mono o una serpiente, sin que esto representara mayor problema. Sin embargo, ¿qué hacemos aquellos en los que un lobo habita en nuestro interior?

En el fondo de mi alma tiene su madriguera, un hueco en la tierra fértil de mi ser, esperando emerger a la menor provocación. Usualmente lo mantengo a raya, sintiendo cómo aumenta su ira, su frustración y su sed de sangre; veo sus ojos amarillos resplandeciendo en la penumbra y escucho su gutural gruñido. Conforme las noches de luna llena se acercan, siento cómo pierdo el control y las cadenas con las que lo he atado comienzan a estallar con sus salvajes movimientos.

Se asoma poco a poco fuera de su cueva, mostrando sus dientes en un gesto perdido entre la burla y la amenaza. Ambos sabemos que pronto será libre.

Mi voluntad es coaccionada por una fuerza más allá de mi comprensión que me lleva a pasear por las calles de la ciudad con el cobijo de la oscuridad mientras la ansiada noche se acerca. Sé que está ganando terreno mientras mis sentidos se agudizan: mi olfato sabe dónde encontrar la mejor sangre y la carne más fresca; mi oído me ayuda a encontrar el lugar más silencioso para ocultarme; y mi ser pide cacería.

Se apodera de mí, trepa por mi columna vertebral, llena mi mente de pensamientos lobunos basados en el instinto, en saciar mi hambre… nuestra hambre. Caigo de rodillas mientras todos mis huesos se rompen con un sonido húmedo, las manos adquieren unas garras negras que deforman mis dedos y siento cómo mi boca se estira, formando un hocico lleno de dientes. Salivo, ansiando probar la carne, ansiando quitar una vida. Ahora soy yo quien cae en la madriguera, perdido en la oscuridad y atado a resistentes cadenas mientras el lobo caza.

El lobo mata, y el lobo ríe.

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