
Hacía tiempo que no sabía de ti. Mi mente no me había preguntado por ti, mis ojos tampoco habían sentido nostalgia por verte. ¿Recuerdas nuestro primer beso?. Fue mágico. No sé qué tanto echo de menos las tardes que caminamos por el campo a la orilla del río. No sé qué tanto podría caminar por ahí descalza sin que el suelo me queme con tu recuerdo y tu ausencia. No puedo extrañarte más de lo que un día me doliste. A veces me pregunto si sería capaz de quererte otra vez con tanta pasión como una adolescente; y recuerdo que jamás seré una adolescente de nuevo. Te amé dulce y tiernamente. Te amé como una loca. Te necesité como a una droga. Te amé incluso sin amarme a mí misma. Te amé de todas las formas en que es posible amar. Incluso lo hice de la forma más vulgar e inaceptable. ¿Recuerdas nuestra primera vez? Llenaste una parte de mi alma con el brillo de tus ojos, pero heriste el resto de ella. Destruiste cada parte de mi cuerpo. La piel llegó a dolerme a causa de tus besos; me dolió incluso cuando no estuviste.
¿A dónde fuiste, chico? Fuiste a aprender a amar en otros brazos. Aprendiste a amar en otra piel. ¿Cuántas almas más llenaste con el brillo de tus ojos?
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