Destinatarios

pexels-suzy-hazelwood-1768060-1-scaled-thegem-blog-default

Colecciono cartas dirigidas a quienes he amado, cartas que nunca han de entregarse.

Le escribo a E: “de vez en cuando te cuelas en mis sueños, y aunque en la vigilia esté bien instalada la certeza de que nuestro tiempo juntos fue puro ahogo, ansiedad y luz de gas, las noches en las que te vuelvo a ver resucitan el miedo, me hacen recordar lo peor. Te quiero, te amo, te necesito… nada de eso fue cierto, pero de tanto repetirlo, mi cuerpo lo creyó”.

A C, le digo: “todavía suspiro cuando das fe de tus pasos en el ciberespacio. Han pasado más de diez años y sigo pensando en ti que, sin quererlo, inventaste con tus labios la electricidad en mi interior. Hoy tú y yo vivimos dichas paralelas, verte feliz realmente me alegra, y sé que cuando llegue el momento, volveré a buscarte y viajaremos juntos en el tiempo”.

En su momento le escribí a D tantas cosas que ya no recuerdo nada: la ausencia de cualquier interés y de amor me llevó a llenar el vacío de música, pensamientos y mi propia presencia, a trazar una identidad en ciernes. Florecieron las palabras, que hoy se permiten imprudencias como la de escribirle de usted a G: “cuando lo escucho y cuando lo veo, mis entrañas responden con la retorcida lógica del deseo”.

Colecciono cartas que quizá nunca sean leídas por quienes he amado.

Colecciono cartas de amor, donde mi voz es más importante que sus destinatarios.

2

Dejar un comentario

X