
Hay un hombre que naufraga en un umbral
acompañado de un átomo de luz,
lleva en el corazón agua de río.
Hay días en los que el agua
lo abraza hasta el fondo;
otros, en los que él crece junto a ella,
entonces se vuelve mar.
Y ese mar hace parir una ola,
que es luz de agua,
hija de la palabra.
Sus ojos son dos cuencas,
mira cómo lo hacen los pájaros,
parpadea polvo de estrellas.
Su boca es una brizna,
cargada de humedad,
inundación en el oído,
es el agua de su amor.
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