Punzada

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Si tan solo tu caricia 

tras 

mis orejas, 

trajera otros dedos impregnados 

de mi piel.

La cobija en alguna 

de mis pieles 

de seda 

y no de cebo

del sudor de días 

y la maraña de ideas

que se entierran bajo pelo

y florecen caspa.

 

Si de tus dedos, 

los hilos penden

y me jalan 

y me joden los recuerdos

de los buenos tiempos.

Unos en donde mi teflón es carne 

y resbalo de

mi cara.

No conozco 

más que vacío, pero

sí sé

qué son vicios.

Como tratar

de rememorar

entre el moco gris

tras 

mis orejas. 

 

Ya sólo hay títulos.

70 mm empolvados,

filmes sin realizarse 

tras 

la espera del tiempo bueno.

Añorando siempre lo que tuve y fueron eso:

 

Recuerdos inventados

inventariados.

Una caricia mía

tras

mi oreja intuyendo

tu punzada.

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