
—¿Escuchaste eso? —dice Liliana.
—No, ¿qué se supone que tendría que escuchar?
—Nada, jamás escuchas nada —responde Liliana algo reflexiva. Sabe que hay cosas que se rompen y que no producen sonido, que simplemente se quiebran.
Liliana toma su blusa con las dos manos y la jala hasta romperla, el ruido que produce ese acto la libera.
—Pero, ¿qué haces? —dice Javier, confundido—. ¿Qué te sucede?
—Ahora sí lo escuchaste, es así como suena lo que llevo dentro, es así como me siento, desgarrándome, buscando la libertad en lo que ya se encuentra roto.
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