Quise reflejar mi cuerpo
en el espejo escarlata que usabas
cuando los rayos de sol atravesaban
los espacios entre la cortina y la ventana.
Quise apreciar la esencia de mi ser,
el cuerpo de mi alma,
pero en el espejo escarlata
sólo estaba el reflejo vivo
de los objetos que me rodeaban.
Quise encontrarme en esa superficie pulida,
pero no, ¡no encontré nada!
Lo comprendo, con dulces palabras
has roto mi cuerpo, mi alma.
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