
Rompámonos
al igual que las cosas que nos rodean,
que desaparecen con el tiempo
y que se desmoronan en mil pedazos
que nunca serán reconstruidos,
que nunca volverán a existir.
Quebrémonos,
no tiene sentido seguir sin inmutarnos,
mantenernos inmóviles:
parados solo así
con la cabeza en alto
y el dolor en el fondo.
Despedacémonos,
una a una tiremos las partes de nuestro cuerpo,
aquellas que nos recuerden el sufrimiento del pasado.
Y conozcámonos,
cada parte de lo que somos.
Deshojémonos,
quitemos uno por uno los pétalos de nuestra alma,
los misterios de nuestra mente
y el rocío de nuestra conciencia.
Adentrémonos al mundo nuestro
que desconocemos,
y miremos la belleza
de cada pétalo
que nos conforma.
Rasguémonos,
hagámonos más heridas,
pues solo agregaremos más dolencias
de la infinidad que ya tenemos;
y así,
aprenderemos a soportar más
la lluvia de todo lo que nos hace daño,
de lo que nos destroza.
Fracturémonos,
para avivar nuestro dolor,
ese que nos recorre desde la primera ruptura
creada por el llanto de los cielos.
Desgarrémonos
con la tortura que toca cargar en esta vida.
Tortura por ver, hablar y pensar.
Tortura por sentir, querer y amar.
Tortura perenne por existir
en un mundo vacío.
Torturémonos a nosotros mismos
gracias a los demás,
a lo que nos hirieron,
nos escupieron y nos quisieron matar.
Perdámonos
en esta cruel y triste realidad,
de la que anhelamos huir,
de la que anhelamos escapar.
Ha sido tanto lo que nos han hecho,
que ya nadie quiere sentir tanta pena.
Destrocémonos,
para hallarnos por fin en paz,
para olvidarnos de lo que somos,
de lo que nos rodea.
Para ya no sentir nada,
para encontrar un destino mejor,
para finalmente
ver destrozada nuestra alma.
Rompámonos
al igual que las cosas que nos rodean,
que desaparecen con el paso del tiempo
y que se desmoronan
para nunca más volver a existir.
3