
Debería estar haciendo otras cosas,
otras cosas que no fueran escribir versos,
perder el tiempo en la tragedia y la bohemia
escapándome de esta realidad.
Debería estar haciendo otras cosas,
estar partiéndome el lomo en un jornal,
leer sobre bitcoins, motivación e inversiones;
produciendo, a toda costa, capital.
Debería estar haciendo otras cosas,
como estudiar
para ganar dinero, generarme empleo;
trabajar como un adicto,
como si no hubiese un mañana,
viviendo para obrar.
Debería estar haciendo otras cosas,
martirizándome sin razón alguna,
sufriendo por sufrir,
dejando que todos me digan en la cara
los mayores insultos habidos y por haber
sobre la faz de la Tierra.
Debería estar haciendo otras cosas,
viviendo una escena de violencia familiar;
oyendo gritos, golpes y falsas verdades,
que con odio se dice la gente en su hogar.
Debería estar haciendo otras cosas,
salir a darle la cara al mundo,
escuchar cómo me recriminan mi sola existencia,
tal y como si fuera una blasfemia.
Debería estar haciendo otras cosas,
tirando mis sueños a la basura,
cortándome las alas para ya no volar,
deshojando mi alma sin mirar atrás
lo último que me quedaba de esperanza.
Debería estar haciendo otras cosas,
dejando de soñar,
de ilusionarme, de escaparme de esta realidad.
Debería estar viviendo el sufrimiento
y no viajar en mundos imaginarios llenos de idilios
y felicidad.
Debería estar haciendo otras cosas
en lugar de escribir,
de crear,
de amar,
de imaginar.
Debería tirar mi esfuerzo al suelo para ser pisoteado por todos,
debería poner la pluma en el escritorio
y el cuaderno en la basura.
Debería estar haciendo otras cosas
como morirme lentamente
y, de esta vida,
para siempre olvidarme.
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