Insomnio

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2:17 de la madrugada, intento respirar; inhalo, sostengo, exhalo. Tengo música relajante. Respiro. Ojos cerrados. Escucho el tic tac del reloj. Pasan los minutos. No está funcionando. Mi corazón está acelerado. Tengo muchos pensamientos; pensamientos recurrentes, una y otra vez, no logro calmarlos, voces en mi cabeza que me llevan la contraria. ¡Quiero dormir! ¿A dónde vuelan estos pensamientos? Pretendo ignorarlos y sigo tratando de respirar. Tic tac, tic tac. Es imposible. Aunque me arden los ojos y se encuentran completamente rojos e hinchados, mi cabeza no se detiene. ¡Vamos, respira! Eso es algo que como mínimo deberías saber hacer. No me acomodo en la cama, le he dado mil vueltas ya. Me da un ataque de comezón en el cuerpo. Quiero salir corriendo de aquí, correr y correr, lo más lejos que pueda llegar sin detenerme. Divago. Quiero relajarme y estar en un lugar sin preocupaciones, sin pensar en personas y obligaciones del día a día.  ¡Oh, dulces vacaciones!, ¿cuándo llegarán? Me pregunto si podré relajarme o será como en este momento en el que debería estar haciendo otras cosas. Es decir, no estoy descansando, ya me dio insomnio y no puedo hacer nada más. No me puedo levantar a limpiar o a lavar porque haría ruido y eso molestaría a los vecinos. No puedo ponerme a estudiar o a trabajar por la hora. No podría salir corriendo porque, bueno, es de madrugada. Las horas transcurren demasiado aprisa y el tiempo no se detiene. 6:24 de la mañana y no logré dormir. Vuelve a comenzar la semana. Espero que esta tortura de lo cotidiano se termine pronto. De momento, iré a hacer esas otras cosas.

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