Viaje

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Hoy ha sido un día muy pesado. Aunque dormí ocho horas, no he descansado y vaya que me hace falta. Seis horas de trabajo y al menos media hora de conducir. No va ni la mitad del día. La bondad, la maldad, la grandeza y el fracaso, estoy seguro de que no se encuentran aquí.

Guerras en medio oriente, guerras en Europa, precariedad en mi país; secuestros y drogas. Si me rodea la distopia, ¿por qué me angustia más tener un retardo por este maldito tráfico? ¿En qué momento se volvió tan importante la quincena? Tan poco dinero.

Trabajo con la esperanza de zafarme de este mundo y solamente caigo más en su juego. Me aso dentro de un carro que tuve que comprar para llegar a mi lejano e inaccesible trabajo. Avanzo con el verde. Pienso en la libertad que me prometí y que se fue cuando pisé el acelerador.

¿En qué momento cambié? Soñaba con ser artista y hoy solo produzco y quiero dinero,  feflexionó mirando la camioneta de enfrente, con la esperanza de que todo termine de una vez. 

Pero tengo miedo de lo desconocido, así que me aferro a mi volante y piso el freno.

Doy esa vuelta en la carretera para agarrar el Periférico de la ciudad: cuán lejos estoy de casa. Trato de evitar el alto, pero el azar es más rápido. Un hombre se acerca a limpiar el carro y por un momento me pregunto si mi dolor es egoísta, si acaso soy caprichoso y malagradecido. Después siento ira, pues he visto que ellos, con una franela y jabón, ganan más que yo.

Y me pregunto si es mi odio o mi cansancio o el hastío por el tráfico o si solo soy clasista. Y en mi afán de ser superior o de castigarlos, busco no darles dinero.

Pero hay bondad en todas las almas. O al menos eso aprendí. Y me estiro por una botella. ¿Uso este acto para sentirme mejor o en verdad es desinteresado? Esto no cambiará al mundo.

Quizá puedo ser el buen peregrino que viene a saciar su sed de equidad en esta tierra.

¿Qué hay de bueno en mis acciones? Probablemente tire la botella en el camellón y contamine.

¿Entonces? ¿Satisfago mi ego al demostrar que tengo bondad o ayudo a un pobre desdichado? 

Así como la luz cambia, entiendo que quizá también lo hizo el mundo: al menos, el suyo. Veo por el retrovisor que bebe con el regocijo que me falta. Y después de esa escena me pregunto si de verdad importa preocuparme tanto.

Sigo el camino, no voy ni a la mitad. Me quedan otras cinco canciones para pensar. Solo me pregunto si hago de esta aventura lo que me gustaría, si de verdad puedo.

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