Desde muy lejos extraño mi reflejo
en los espejos de agua que se forman con la lluvia
las fuentes de antaño que intentan contener la ira de Tláloc
puntos de encuentro en el Distrito Sideral.
De vez en cuando escucho los sonidos mañaneros
“El gas supremo, el panadero con el pan, los ricos y deliciosos tamales oaxaqueños”
pasos presurosos para cruzar este humedal que no guarda silencio nunca
todos anunciándose en el Distrito Sideral.
Anhelo caminar los paseos infinitos desde tiempos lejanos
las avenidas que conectan mundos opuestos de opulencia y abandono
el centro histórico que es una máquina del tiempo
cosas que distinguen al Distrito Sideral.
Y me transporto a las vecindades que compactan historias
las colonias populares donde el tianguis visita un día a la semana
plazas donde se baila al ritmo de danzón
tantos monumentos que nos observan desde el Distrito Sideral.
Persigo con ganas mi vieja sonrisa de sandia
entre los puestos de dulces, chicles y garapiñados de la esquina
las estaciones de metro que albergan charlas largas y tendidas
todo transcurre por el Distrito Sideral.
Respiro hondo en los bosques que aún resisten
donde pequeños jardines mantienen flores y tumbas
la corriente ausente que nos reacomoda a cada paso
fuerzas que sobreviven al Distrito Sideral.
Y cuando la oscuridad llega, renuncio a la vida citadina
el golpe de su violencia me desarma
caos por su inmensidad y la indiferencia de sus almas
nada se extraña del Distrito Sideral.
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