Miel con limón

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Un gigante poderoso,

superhéroe invencible,

era yo sobre tus hombros

a la salida del kínder.

 

Un valiente aventurero

con sombrero color mimbre, 

era yo ante aquel zompantle

que aventaba colorines.

 

Aún recuerdo tu apapacho

cuando enfermo me sentía,

protegido por tu abrazo

y un vasito de miel tibia.

 

Y también esas mañanas

de verano en Tangamanga,

cuando jugábamos básquet 

con el Wilson de mi hermana.

 

Pero lo que más grabado

se ha quedado en mi memoria 

es aquel día nublado

en el que cayó la tromba,

 

cuando sin explicaciones

te marchaste entre sombras,

dejando a mamá llorando

y una familia muy rota…

 

Y al cabo de tantos años

henos hoy aquí sentados,

escuchando unos vinilos

que al llegar me has regalado,

 

siendo Piero Antonio Franco y

la guitarra de Mccartney

los testigos obligados

de un reencuentro inevitable.

 

Y aquí estamos, padre e hijo, 

casi como dos extraños,

recordando en el silencio

esos días tan lejanos.

 

Dos adultos casi niños

con el corazón temblando,

intentando dar alivio a

las heridas del pasado.

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