Quiero que el tiempo no vuele, que se detenga al verte. Quiero poder empacar tu esencia en las cuerdas de la guitarra para hacer sonar tu presencia en la silenciosa noche que osa aclamarte. Que en las trajineras de la esperanza escuches los tamborazos de mi corazón que tintinea al vislumbrarte.
Que pudieras verte a través de mis ojos, ser valiente y dejar caer en tu regazo las cartas que te escribo. Que leyeras esas palabras que por miedo al olvido no te digo; que supieras que trajiste a la vida a un corazón herido.
Quiero que el tiempo se detenga, que nunca me regreses la gravedad que mantenía mis pies en la tierra, que el viento murmure lo que el alma y el desasosiego callan. Que el destino pare de dictar mi condena, que no me arrebate este fuego incandescente que arde y da vida a lo desahuciado; que entiendas que desde que te conocí mis demonios se han marchado.
Que te encuentro en los versos de los poemas que se esconden entre páginas olvidadas en estantes, que me hallo pensándote cada instante. Quiero que la luna no salga a menos que sea para iluminar el camino y así saber de dónde has venido. Que jamás me vuelva a visitar la amarga agonía que apaga la luz que me guía. Respirar y correr al prado, respirar y sentir cómo se siente volver a vivir…
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