Si hoy muriera,
me gustaría expresar
con veneno de víbora
ese sabor agridulce
que siento en mi paladar
cuando aprieto los labios
y lucho ferozmente
por sonreír.
Quiero tener una sonrisa,
una sonrisa pícara
como las que te gustaba
mirar con recelo
sobre las calles de la ciudad.
Quiero tener una sonrisa voluntaria,
provocada por tu alegría.
Quiero una sonrisa estética
que sea sostenible y reproducible.
Quiero una sonrisa
de comisuras carnosas
que eleve el labio superior
y exponga los dientes.
Quiero una sonrisa
que pueda reflejar
un estado de placer,
de ira y de agonía.
Una sonrisa,
capaz de reaccionar
a los múltiples estímulos.
Quiero una sonrisa
que diga la belleza
y la percepción
de las hormonas de la felicidad.
Quiero una sonrisa
como la tuya,
una sonrisa
de dos puertas blancas
y seis ventanas,
de dos paredes rojas
que se contraen
con toda la musculatura
alrededor de la boca,
que eleve al máximo el labio superior
y genere una expresión visual
de ojos entrecerrados.
Quiero una sonrisa
que me fortalezca el corazón,
que me libere de la tensión,
que alivie mi dolor…
3