
Aquel día por la tarde, te encontré subiendo las escaleras.
Un suspiro se quedó atrapado debajo de la tierra de mi jardín,
nuestras miradas se cruzaron, pero no nuestras palabras.
A partir de aquel día brotó la semilla de un sentimiento hacia ti,
pasaron los días y ahora estás ahí, como un bello girasol.
Nuestros cuerpos entrelazados, como las raíces del jazmín.
Dilemas, controversias,
penas, dolores, travesuras,
formaron parte de nuestra historia,
la historia, que poco a poco se marchitaba.
Pasaron más de dos solsticios,
pero tú ya no estás aquí.
Tu flor se ha secado,
la sequía se hizo presente en mí.
Mis silencios son ruidosos,
y en mi mente solo resuena
la voz de aquel hombre al
que ya le dije adiós.
La tristeza no se va,
mi corazón late al ritmo de las olas del mar.
El mar profundo de mis pensamientos,
espero que mis lágrimas reaviven aquel jardín.
Sé que nada de esto me estaría pasando
si no te hubiera encontrado.
Ahora subo sola aquellas escaleras,
pregonando y reviviendo mis tristezas.
Mis flores se están marchitando.
Insisto en que nada de esto me estaría pasando,
ahora solo espero un encuentro con el olvido.
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