¡Uno mismo crea su propio infierno! Pero también su propio paraíso. ¿Cuántas veces no nos diremos: esto nunca hubiese pasado si…?
Cuando pasa el momento, y vemos las consecuencias, repercusiones, daños o beneficios, entonces notamos el hubiese. ¡Si hubiese tomado tal o cual otra decisión nunca hubiera pasado! ¿Qué nos queda del hecho mismo de que ya no hay más que hacer que regodearnos o maldecirnos de nuestras acciones, azarosas quizá, pero más bien, hiper pensadas, estructuradas y remarcadas con los hilos fatales de las Moiras? ¿Acaso tendremos oportunidad de resarcir lo que ya fue y jamás volverá?
Hoy puedo mirar un año hacia atrás y notar los muchos infiernos y paraísos que he soltado y otros que cargo conmigo. ¿Cómo se han edificado esos caminos y bifurcaciones? ¡Por el simple y sencillo hecho de decidir! A veces las conclusiones no se presentan como encrucijadas, muchas veces como dilemas, pero sí debemos estar seguro de que nunca se presentan nimias y sin sentido. Estamos decidiendo en cada acción, por uno, por el otro y hasta por los demás. ¡Ay, ay y más ay!
¿Quién se divierte observando cómo nos lisonjeamos de alegría? ¿Qué perverso se lisonjea al vernos atormentados por el infierno que hemos edificado bajo las nubes de éter? ¿Acaso hay alguien que nos pudiese prevenir de decidir prima facie?
Y dentro de esas líneas de fuga de decisiones “azarosas”; parece que se van entretejiendo otros hilos. Telares de vida que se rompen, se unen para siempre, generan nudos irresolubles o nudos definitivos. ¿Cómo hilar la vida de la forma más prudente, no según el azar, sino según la moral? ¡Yo lo sé! ¡No lo sabía! ¡Ahora lo sé! ¡Pero duele!
Ahora cada lágrima, sollozo, sonrisa, carcajada, caricia, cicatriz se han convertido en hechos del pasado, han construido una telaraña de recuerdos benéficos o maléficos que bien nos queda abrazar o atesorar con parsimonia, templanza o dolor. ¿Quién más crearía infernos o paraísos en vida, sino nosotros mismos en cada nimia e insulsa decisión? ¿No somos, pues, tan poderosos que podemos hacernos tan felices como infelices? ¡Dichoso yo, el Creador!
Si no hubiese pasado todo aquello, no sería el sujeto tan fuerte, tan humano, tan sabio que soy, y aunque aprendí gracias al infierno que me he creado, ahora, desde las tinieblas, busco generar un paraíso con aire acondicionado. Y sí: esto nunca hubiese pasado.
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