
Acaso te he contado de mis planes, ¿no? Entonces sí que soy un tonto, pero no hay problema, tenemos todo el tiempo del mundo.
—¿En serio lo tenemos?
Claro que sí. No he podido visitarla, pero tengo ganas de ir a la selva Lacandona, perderme entre sus árboles y contemplar la fauna del lugar. Tampoco he escrito un libro, mi intención es volverme un escritor reconocido, pues me esforcé cinco años para aprender todo lo necesario. No he caminado por la playa con la luz de la luna en mi espalda. Dicen que es una sensación increíble, sin embargo yo no lo hago tal vez por falta de tiempo. No he buceado en el fondo marino. Me imagino que la vista ha de ser increíble, todos los animales que se encuentran viviendo entre las tranquilas aguas del Océano Pacífico. Hoy no he sacado mi pasaporte. Sé que se trata de un documento muy importante y tengo intenciones de viajar a Estados Unidos, pues ahí se encuentra mi padre al cual no veo desde hace más de veinte años. Pero aún no lo hago y siempre digo que el año siguiente sin falta ahora sí haré los trámites. Tal vez algo me estanca cuando llega el momento, no lo sé, lo que importa es el ahora, ¿verdad?
—Tal vez sí debas hacerlo.
Sí, tienes razón, ahora sí, el año que viene haré los papeleos. ¿Qué me falta por contarte? Ah sí, no he ido al castillo de Chapultepec. Aunque ya fui a la Ciudad de México, no pude asistir a ese maravilloso lugar. Dicen que las reliquias que guardan ahí abarcan desde los tiempos prehispánicos hasta la época colonial. Nuestra historia es espléndida. También tengo pospuesto un paseo por el Malecón de Mazatlán, aunque la inseguridad que se vive en ese lugar es uno de los motivos que me detienen para visitarlo. Me armaré de valor e iré un día, tal vez.
—Son muchos planes en mente. ¿Algún día los llevarás a cabo?
Tal vez no.
—¿Por qué?
Tú mismo lo dijiste, son muchos planes. No sé por dónde comenzar, no tengo el dinero suficiente para sacar mi pasaporte, ni hablar del tiempo para la visa, pero me encanta imaginar que lo logro. Siempre me encuentro armando planes a lo largo del día, algo que me aleje de los problemas mundanos que sufro, que me distraiga para olvidarme de mi ansiedad que desea comerme desde dentro.
—Debes ir a terapia, eso no suena nada bien.
¿Por qué? Si yo me encuentro bien.
—En realidad no lo estás. Para empezar, estás conversando contigo mismo, yo no soy real.
Tienes razón, no he ido al psicólogo, tal vez lo contemple la siguiente vez.
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