La soledad muchas veces aterra. Se ve como un castigo o como una sensación de que no eres suficiente para aquello que piensas. La creencia de que al tocar la pieza equivocada puedes hacer que todo se derrumbe. Sin embargo, hoy no es el día de agachar la cabeza, hoy es el día de formarte pieza a pieza.
Muchos dicen saber quién soy tan solo con verme, irónicamente llevo toda una vida intentando conocerme.
Te dicen: conecta con alguien como tú, o si no eres compatible con ellos sal de ahí, como si las personas funcionarán por Bluetooth. Estamos en la búsqueda constante para encontrar con quién compartir momentos, crear esa realidad perfecta en donde podremos estar tranquilos. Y es gracioso, porque solemos preocuparnos por un pasado que se fue o por un futuro que no existe.
Puede que la vida te pese en la espalda. Todos nacemos con alas, pero solo unos pocos tienen el valor de volar. Aprendemos a no juzgar una carcasa y que lo de dentro es lo importante. Lo que es pequeño por fuera puede volverse gigante.
Tal vez en ocasiones sea difícil, pero la clave está en quedarse solo con los buenos momentos y aprender de aquellos que no son tan buenos.
La vida no es una película. Los buenos no siempre ganan. Existe demasiada gente vacía que se atreve a dar lecciones. Ojalá todo el mundo se vistiera de empatía y entendiera los problemas del día a día.
Cada instante de tu vida te ha hecho lo que eres ahora. No siempre a quien valores te valora, no siempre a quien tú quieres te quiere. A veces, cuando más damos es cuando menos funciona. Regalarle todo a quien te hizo sufrir es perder el tiempo y es perderte a ti.
Siempre hay algo que nos hiere, yo lo tengo y tú lo tienes. Aunque a veces no sepas qué hacer, nunca debes dejar de correr. Sigo siendo el mismo niño que empezó solo soñando. Hoy soy un hombre fuerte, constante y disciplinado, pues comprendí que solo con soñar no se consigue nada; hoy también avanzo mientras analizo paso a paso mis vivencias para cumplir lo que ayer soñé.
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