Me fui, hui, desaparecí, pero siempre estás tú, este sentimiento no desaparece por más que lo quiera bloquear, por más que me aferre a no sentirlo, no se va, aunque trate de esquivarlo con otros amores, aunque trate de probar otros labios, otros brazos, otras miradas, siempre serás tú.
Déjame justificar mi falta de voluntad para dejar de sentirte, pensarte, imaginarte, adorarte, amarte.
Déjame darte mi mejor excusa para nunca olvidarte, porque solo bastó conocerte para maravillarme, enamorarme.
No solo fue conocerte físicamente, yo palpé tu espíritu, algo más allá de lo superficial, saboreé tu pureza, toqué tu alma, tu brillo.
Me permitiste besar tus heridas, me presentaste tu ser genuino y amoroso, conocí tu más amable mirar.
Y es que tú no tienes la menor idea de cuánto anhelaba sentir esta sensación, de tranquilidad, de paz, de estar en un lugar seguro. ¿Sabes lo adictivo que es sentirte así? ¿Acaso tienes una idea de las puertas que abriste en mi alma?
Las palabras no alcanzarán para describir aquellos instantes que pude disfrutar a tu lado, y es que no se trata del tiempo que compartimos juntos, se trata de cómo es que esos pequeños instantes fueron simplemente una vida entera, fueron lo que jamás serán con nadie más.
Y te amo, te amaré por siempre, te amaré el resto de mis días, aunque no seamos nunca, aunque solo hayamos sido instantes, aunque solo hayamos sido un par de veces.
Pero tienes que saber que me fui porque te quiero intacto, porque ahí no te haré daño, porque quiero que seamos para siempre, porque, aunque nunca fuimos nada, serás mi todo, porque te quise enmarcar en la pared de mi corazón y dejarte ahí el resto de mis días, porque así, lejanos, te quedarás platónico, porque ahí jamás vas a romper mis expectativas, porque ahí siempre serás mi gran amor, porque ahí te adoraré el resto de mi vida.
Te plasmaré en mis escritos, hasta la eternidad, porque te amo y mi alma, en lo más profundo de mi corazón, siempre te encontrará al final.
1