Fortuna de los objetos

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        Me han dicho que ha dejado un legado de amor. A mí me ha dejado una estela de desesperanza, pero no lo he dicho. Sobre una base de exposición han ubicado su retrato junto a un ramo de flores de papel.           Qué sonriente está en la foto y qué lejana me parece esa sonrisa suya. 

        Pronto seremos otros; seré, porque seré sola. 

        El hombre que me acompañaba se ha ido y solo me ha quedado este espacio en casa en donde no cuelga su retrato. Lo que ha quedado de él son objetos contados: una libreta, dos cartas, una revista y un autorretrato en donde se versiona al estilo Van Gogh. 

        Van Gogh y el alcanfor bajo la almohada. 

        Almohada: ese objeto que nos recuerda la utilidad de lo simple, el gozo de lo   mundano. 

        Inerte el hombre sobre la almohada, no Van Gogh, sino el hombre que ha muerto esta mañana. 

                          ¡Qué envidia de los objetos! 

                               Inmóviles, indiferentes, 

                                en mi caso imposible. 

        Los objetos acabarán por ser solo objetos apenas hayamos dejado de sentir que su presencia todavía deambula y ensombrece las ventanas. Olvidaremos la sonrisa de aquella fotografía y enterraremos en un cajón cartas y textos. 

        Pronto de los objetos no quedará nada. 

        Qué envidia siento mientras recorro la casa; envidia de la almohada que albergó un último sueño, de la cama que soportó por última vez su cuerpo, del techo al que dirigió la última mirada.

        Y qué dolor mientras me voy de este sitio, saber que se queda la puerta en total ignorancia; desconoce que aquel hombre no volverá a atravesarla 

y la envidio.

        Porque a mí sí me atravesará su imagen al saber que solo el recuerdo queda. 

        A mí no me salva la ignorancia. 

        Y la almohada que me acompañará esta noche estará decepcionada en la mañana porque no he logrado atender a su función, pero no puedo sentirme triste por ella porque en el fondo pienso que es afortunada 

        no tiene que lidiar con el adiós. 

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