La vida es como una espiral, en la que cada curva tiene, como cada vuelta de la vida, diversas experiencias, saberes, enseñanzas, conocimientos, anécdotas, historias, accidentes, amores, desamores, riesgos y tanto más.
La vida, como el unalome, tiene diferentes etapas y fases, y en cada una de ellas vamos cambiando y experimentado. En cada etapa y fase van surgiendo el caos y la esperanza, perfectas compañeras a lo largo de la vida y a partir de las cuales se van presentando los pensamientos de la dualidad.
La vida va dando vueltas y en cada una de ellas nuestras acciones penden de un hilo, el hilo que conecta desde la espiral hasta la flor que florece cuando encontramos la paz, armonía, esperanza y amor. Esta flor, mejor conocida como la flor de loto, representa la cúspide de la madurez y la sensatez.
Asimismo, el caos, los miedos, la imprudencia y la inmadurez nacen de la espiral y van pasando por las curvas del unalome, estas curvas representan las etapas y fases de la vida. Mientras tanto, en la flor de loto se posa la armonía. El caos y sus acompañantes, una vez llegando a la flor, se encontrarán con la esperanza, la madurez y la sensatez.
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