
Camino por las aceras amargas,
un trecho de camino rodeado
por el constante ajetreo de autos,
que se ladran y muerden entre ellos.
Camino por las aceras devoradas,
por los pasos insensibles,
presurosos y ajenos al suelo.
Caminantes con ojos de piedra.
Camino por las aceras trastocadas
por el impávido tacto del tiempo.
Aceras trastocadas por las horas
sin corazón y sin cuerpo.
Camino por las aceras cobijadas
por las sombras de un edificio viejo,
por altivas casonas coloniales
y alguna que otra nube abandonada.
Camino por las aceras recordadas,
paseando estas memorias mías,
por las calles añejas, y cornisas
de un pasado que me persigue cojeando.