
Experimenté una profunda insatisfacción al intentar plasmar con palabras el impacto que tu presencia causó en mi mente aquel día en que te conocí. Me enfrento a la incapacidad de encontrar vocablos capaces de describir la magnitud de lo que ocurrió en mi interior.
La sensación que experimenté trascendió mi cuerpo y se adentró en mi alma, como si me encontrara inmersa en un paisaje idílico, lleno de árboles, donde los colibríes revolotean entre las flores, mientras el atardecer se desvela en una danza de tonos naranjas y rosas.
Fue un sosiego que encontré después de haber caminado eternamente en un desierto. El cruce de nuestras miradas generó la esperanza más palpable, haciendo posible todo lo que existe.
¿Cómo puedo describir aquel primer abrazo? Fue un encuentro de dos mundos, una fusión de espíritus que desencadenó una energía tan intensa que transformó por completo mi ser.
Y qué decir del primer beso, la más sublime sensación del universo. Fue un lenguaje sin palabras, donde todos mis sueños encontraron su hogar en tu compañía. Como si una puerta se abriera hacia la anhelada libertad de mi espíritu, encontré la cura para mis miedos y descubrí un ángel en medio de mis pesadillas.
Permíteme explicarte que estar a tu lado es inexplicable. Eres el ser al que puedo confiar todas mis dudas, sabiendo que serán disipadas. Aunque la incertidumbre nos rodee, puedo depositar mi confianza en ti. Deseo plasmar tu esencia en cada uno de mis sentidos, hacerte arte, y anhelo que comprendas que aquel día fue más que un hermoso día.