Otro día común

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Un verano más, otro año que transcurre, otra tarde nublada, pareciera que nada iba a cambiar, sin embargo ese día fue de lo menos común, pues las nubes que se arremolinaban en el celeste cielo formaban una visión increíble, las ranas cantaban su contagiosa melodía, las aves escaparon ante el pronóstico del clima, el viento mecía los árboles, quienes con una palpable ansiedad esperaron las primeras gotas de lluvia, las personas de la ciudad se apresuraron a llegar a sus hogares para proteger sus bienes y sus ropas, algunos otros anhelaban que esa lluvia los mojara de la cabeza a los pies, sentir el golpe de las gotas en sus rostros, sentir la vida llenar sus pulmones en cada respiración, pues la lluvia nos recuerda que seguimos vivos, que podemos disfrutar a nuestros seres queridos. Esa lluvia trae nostalgia y recuerdos a mi mente, pues desde pequeño he amado las tardes lluviosas, ya que las disfruté desde una hamaca gozando el viento frío proveniente de las nubes cargadas de agua, verlas causa asombro y temor, pues su color demuestra la cantidad que está por caer sobre nosotros.

Para unos es solo otro día común de verano, otra tarde en la que se arruinan sus planes, para los niños y los soñadores es un día que nunca se podrá olvidar. Espero que los años que vienen sobre mí no me hagan olvidar, que ese niño interior siga añorando esas tardes lluviosas. Pararse un momento a disfrutar de una lluvia de verano.

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