Habito la ciudad hundida,
secreta,
ciudad empedrada de nardos
de muros altos de espinas.
Arribo cerrando los ojos,
quedándome en negro,
mojando con la memoria
la tez de mis mejillas.
Este sitio
es mío de vez en cuando.
Tiene granjas grandes,
campos fértiles,
corrales de arrebatos.
Aquí vengo,
me vengo,
te vengo,
duermo mil años.
Emerjo de los huesos del agua.
Me levanto, protesto,
recito la historia general del mundo.
Cambio de axioma,
quid pro quo.
Hay que respirar,
abrir los ojos,
regresar,
traerme de vuelta como un objeto,
ser el tornaviaje.
Regresaré pronto,
lo sé,
mis ojos se cierran siete veces al día.
Hacen así,
mira,
así,
ve qué fácil lloran.
Qué hermoso. Gracias por tus letras.