La oscuridad es infinita y la carencia de sentido e integridad siempre se encontrará presente en nuestra vida: ante el derrumbe de aquello que consideraba indispensable, de la condición efímera a la que todos tendemos.
Me di cuenta de que por muchos años me centré en todo lo malo que me sucedía: en la interminable búsqueda por la plena felicidad y en el evidente repudio hacia todo lo mío que me recordaba que era imposible.
Hoy deseo dejar esa infantil idea de un mundo de fantasía. Hoy, “inexplicablemente” me encuentro en paz: en paz con los monstruos que me habitan, en paz con lo externo que craquea mi estructura, en paz con mis sueños y esperanzas, en paz con lo que es y con lo que jamás será.
Hay días en que todo sale bien, pero ahora la idea del caos rondando no impide mi sueño. Soy consciente de lo efímero de la vida, de los cambios, de la versatilidad de mis manos y que, aquella oscuridad que tanto anhelaba reprimir es precisamente la que, junto a mi luz, me permitirán vivir una vida llena de experiencias, y si antes no me habían hecho ser mejor es porque no tenía las herramientas que ahora poseo.
Simplemente días en donde yo soy.
