El valle inquietante de la Nueva Normalidad

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Analizando mi vida, caigo en cuenta de que siempre había sido una persona con mala suerte. Mis compañeros del trabajo eran conscientes de ello. Mi vida estaba llena de infortunios. Recuerdo la vez que entregué tres mil pesos a un cliente por error o cuando un empleado del gobierno me escupió por redondearle diez centavos. Además de los asaltos frecuentes que sufría.

Iniciando la pandemia mundial todo cambió: nuevos lineamientos de salud, el miedo al virus, nuevas palabras como sanitizante, sanitizador, mascarillas, cubrebocas, tapetes, asintomático… Si fuera hipocondriaco posiblemente estaría en un manicomio.

Me desperté como de costumbre, cinco de la mañana: baño, cepillado de dientes, ponerse el uniforme de recluso voluntario y “arreglarse” para dar una buena imagen a los clientes. Me dirigí al trabajo en bicicleta, durante el recorrido logré notar otras personas que como yo iban a sus empleos, pero lucían anormales, como acartonados. No presté gran importancia.

A lo largo de la jornada todo fue extraño, las personas se veían diferentes, usaban cubrebocas, pero la forma de caminar, moverse o hablar eran muy robotizadas. Creo que era el único con vida; incluso aquellos que alguna vez se alejaron por mi mala suerte me buscaron con una sonrisa plástica, mirada perdida, como si se tratase de una partida del jueguito de los SIMS con sus preguntas randoms.

En mis redes todo era idéntico, personas acartonadas, videos extraños con glitches y bugs. Incluso los animales e insectos se comportaban así. Realmente no entendía lo que sucedía, si era un sueño o algún fallo en la matrix, como suelen difundir por internet. Para mi fortuna todo cambio al quinto día de notar muchas inconsistencias. Recibí una oferta laboral atractiva, con un salario excelente y un puesto sumamente cómodo. Comencé a viajar mucho y comprarme lujos, pero en todos los lugares a los que iba, todos parecían ser un glitch.

Empecé a disfrutar de días tranquilos en casa, el sol, la lluvia y el frío. No tenía mala suerte ahora.  Al contrario, era mi auge de prosperidad y deleite hacia la vida.

Considerando todo lo malo de la pandemia, me iba bien. ¿Está mal que yo disfrute mi vida mientras que la humanidad cae en desgracia? Bueno lo de humanidad es cuestionable, porque esas personas no eran humanos. Creo que cedí a la presencia de estos nuevos seres humanos. Les tomé cariño. Es la nueva normalidad: días en los que todo me sale bien… días… semanas…meses… años…

 

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