a Sherlyn Kappner
Con tu cuerpo
hazme un manto que me cubra de la vida,
estoy cansada,
estoy perpleja,
y si te tomo tan fuerte de la mano
es por el vértigo de mi locura.
Dame el agua de tus ojos,
que la sed más lacerante,
la que más sofoca,
es la del corazón.
Con tus manos háblame del futuro
pues el presente me arde,
no me deja dormir
y tu canto del mañana me consuela.
No estoy loca,
nunca lo estuve
y quizá nunca lo estaré.
Pero si me proteges del mundo,
si me libras de mí,
si me construyes con futuro,
poco importa mi ansiedad.