El diente de León

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En una tarde fría de domingo, la joven Suzette observó algo inusual en la pared de su patio. Era un diente de león. Su color amarillento en medio de los ladrillos viejos de color marrón era tan contrastante, que era imposible que pasara desapercibido.

—¡Eh! Hola le dijo Suzette al diente de león.

Hola —respondió sorprendido.

No te había notado. ¿Cuánto tiempo llevas ahí? preguntó la joven con mucha curiosidad.

Bueno… Llevo casi dos semanas dijo con tono picarón.

—¿Cómo es posible? ¿Por qué no me di cuenta? 

Yo siempre te veo pasar. Te levantas muy temprano y te preparas con afán para ir al trabajo, y luego regresas cuando el sol se ha despedido y la luna es la única compañía que te queda. Siempre muy apurada, siempre muy agobiada contestó el diente de león con amabilidad, pero seguro de su comentario.

—¡Ah! Noto que llevas un buen tiempo observándome. ¿Puedo saber cómo llegaste aquí?

Tuve un viaje un tanto largo… pero divertido. Jugaba con el viento y algunas hojas secas, hasta que tuve un encuentro abrupto con tu pared. Tu pared de ladrillo me detuvo y caí justo aquí. Y así empezó mi crecimiento.

—¡Oh! Lo siento —respondió desanimada. No me imaginaba el problema que ocasionaría mi pared.

Al notar la tristeza en el rostro de la joven, el diente de león respondió rápidamente con voz cariñosa:

Tranquila, no está tan mal. La verdad me gusta, me gusta mucho. El sol cae directamente sobre mí a ciertas horas del día y el viento no es fuerte. Además, tengo la compañía de varios amigos que hacen mis días únicos y especiales. Si observas detenidamente apreciarás que he crecido muy bien en medio de este hostil lugar… Para ser sincero, es el sitio idóneo para que crezca un diente de león sentenció con alegría y seguridad.

Sí, es verdad. Me alegro mucho por ti—le respondió Suzette con nostalgia.

El silenció reinó hasta que el diente de león se animó a hacer una pregunta:

Y tú, querida Suzette, ¿te sientes feliz y segura en el lugar donde caíste?

Los segundos se sintieron eternos, pero fueron suficientes para que la joven pensara en su situación.

No… creo que no.

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