La coordenada que nunca existió en el mapa

pexels-lara-jameson-8828609-scaled-thegem-blog-default

Tal vez colmaba la necesidad de tenerlo a mi lado, pero simplemente no fue posible. Aquel día me dejó claro que yo no era capaz de amarlo y ofrecerle la estabilidad que él deseaba, así que lo único que pude hacer fue estar de acuerdo, aunque él nunca se enteró que, quizá sin intención alguna, me había jodido la vida.

Me tomó tiempo sanar de aquella enfermedad llamada amor. Pasaron los años y nunca volví a verlo. Luego, un sábado 16 de abril, mientras visitaba mi pueblo natal, después de cinco años sin saber de su vida, lo vi. Caminaba por la abarrotada plaza de Bolívar y me detuve a comprar un café. A mis espaldas sentí una intensa ráfaga de viento que corría por todo mi sistema; involuntariamente, mi cuerpo evocó una vida pasada con un recuerdo inolvidable. Al girar nos vimos cara a cara e inmediatamente tuve un destello de recuerdos encontrados a través de sus ojos.

El baúl de recuerdos escondidos en mi mente se desempolvó, y retrocedió años en el tiempo donde aquella joven había sido completamente feliz y absurdamente triste. Las memorias de mi vida con él se fueron inmiscuyendo. Poco a poco llegó a mi mente la noche que lo conocí, y la luz de amor que se prendió con solo mirarlo a los ojos. Recuerdo que, a medida que conocía más de él, solo deseaba poder tener el placer de amanecer cada mañana a su lado, de acompañarlo y hacerlo tan feliz como yo me sentía con su presencia… con su hermosa sonrisa que hacía reaccionar cada parte de mi cuerpo como una explosión de estrellas.

Todo con él era de otro mundo, pero nunca dudé ni pregunté cuánto tiempo iba a durar aquella plenitud. Lo utópico del asunto era que ese delirio solo pasaba en mi mente, y como todo cuento de fantasía termina, lo nuestro llegó a su fin. Las últimas semanas, su amor y comprensión desaparecieron; su indiferencia marcaba cada punto de su discurso; sus palabras dolientes entraban por mis oídos y perforaban mi corazón, hasta que ya no le quedaron más balas por disparar y se fue. Yo me volví parte de su gran lista de amores, pero en mi caso, él fue la primera persona en tener acceso a cada parte de mí, fue mi primer amor. 

Luego del choque emocional que tuve al verlo, regresé a mi presente y lo único que él y yo hicimos fue saludarnos como dos personas que van por café. Al fin y al cabo, esa persona que había amado con tanta intensidad ya era parte de un pasado que nunca volverá. 

17

Dejar un comentario

X