La despedida

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Tus manos,

aquellas que algún día acariciaron mi rostro,

me soltaron con quietud y ternura

cual botella que es arrojada al mar.

 

La carta dentro significó beso.

Hablaba de los ayeres, de las risas y de los juegos;

historias bajo la firma de tu nombre.

 

Con viva voz proclamaste paz y bienestar

al tiempo que te alejabas.

No quedó en duda tu gran amor.

 

Yo.

Me he vuelto navegante de aguas cristalinas.

La densidad de mi atavío hace de esto un viaje ligero.

¿Querré que alguien me encuentre?

Pretenderé encontrarme estando perdido.

 

Tú.

Como ave alzaste tus alas hacia el firmamento,

mientras un atardecer adornaba la imagen del vuelo.

Siempre valiente,

te preveo en cielos boreales,

cumbres doradas y firmes vástagos donde hallarás descanso.

 

Gracias por soltarme.

Por amarme.

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