El deseo

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El deseo, el deseo de ti, el deseo de tu cuerpo, el deseo de tu sueño, el deseo de tu idealismo, el deseo, el deseo… una y mil veces más, el deseo.

La palabra ronda en mi mente una y otra vez. Sí, deseo. Deseo de tu sexualidad, deseo de tu intimidad, deseo de tus alegrías, deseo de tus tristezas, deseo de tu amor, deseo de tus momentos, deseo… deseo de ti.

Estoy perdiendo la razón por el deseo que va y viene como un fantasma, como el amor, como un momento, instante o sueño. Soy víctima del deseo de lo que no se tiene, de lo que se tuvo, de lo que se perdió y de lo que se soñó; del deseo de lo que eres, de lo que fuiste, de lo que serás.

¡Vaya! Cuán lejano y cercano puede ser el deseo de lo que ella tiene. Te tiene, pero no posee mi deseo, ese deseo que es tu deseo, que fue nuestro deseo. ¡Maldita palabra! ¡Bendita palabra!

Mi deseo te busca, mi deseo te encuentra, nuestro deseo se interpone con el deseo de otros. Pero el deseo, es el deseo y hoy ¡te deseo! 

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