
¿Libertad?
¿Por qué estoy aquí?
Esto se siente mal.
Así como llegué debería poder irme.
Faltan personas, otras aumentan,
me veo obligada a conocerlas.
Todos nacemos libres, ¿cierto?
¿Cómo que no debo decir eso?
Entonces, hay cosas que no debo decir,
debemos maquillar lo que pensamos.
Y yo, ni estoy en edad de usar labial.
¿Qué pasa?
¿Por qué no puedo hacer esto así?
Yo no lo hago así.
No se me permite hacerlo como quiero.
Creí que era libre al reír.
¿Necesitamos reglas para ser felices?
Cuando llegué aquí nadie me encarceló, pero no debía salir.
Cuando llegué aquí me enseñaron a hablar y a callar todo lo que no querían oír.
Cuando llegué aquí no me trataron mal, pero tampoco me sentía bien.
Cuando llegué aquí no me conocía y ahora me desconozco.
—Escoge una.
—No, esa no.
—¿Por qué?
—Esa no puedes tener.
—Toma ésta.
Así tuve esta libertad.
En este lugar, el cielo cambia mucho.
O simplemente no veo hacia arriba.
Aquí sí soy yo, y ellos son ellos.
Vuelvo a nacer cada noche, cada noche.
Aun así, hay cosas que ni aquí cambian:
el dolor se siente igual,
sufrir sigue siendo una opción.
Llorar es algo compartido,
hay gente que llora de felicidad.
La única felicidad que conozco me hizo daño,
aunque creía que le agradaba.
El miedo es mejor.
Él me ayudó a tomar un cuchillo y defenderme.
¿En qué punto debes defenderte de aquellos que te cuidarían?
¿Cómo es que jugar se vuelve tan ilícito?
¿Cómo pueden mirarme, si en verdad no me están viendo?
Todo lo que soy nunca debió ser.
Lo bueno es que no soy lo que ellos me dejaron,
soy lo que escogí ser.
Lo malo es que no es del todo mi culpa,
y así como lo padezco, faltan tres más.
Tres almas más.
¿Cómo pueden tres almas diferentes,
pero iguales entre sí,
hacer que un alma diferente,
pero parecida,
termine de esta manera?
¿Por qué las quiero?
¿Puedo ser libre de ellos?
¿Podrá la muerte darme esa libertad?