
Antes de que mi alarma suene, abro los ojos pesadamente y dormito un poco. Me dirijo al baño para empezar mi rutina diaria antes de ir a la escuela. Me miro en el espejo para hacerme lucir lo mejor posible, ignorando los múltiples cosméticos que se alinean en un rincón de mi tocador, y la báscula tiránica que se aloja al fondo del baño. Aunque no están en mi línea de visión, sé que esos artilugios están ahí, esperando pacientemente que, en un momento de debilidad, recurra a ellos como una obsesa desesperada por aprobación.
Fue solo un instante, una burlona fracción de segundo en la que por el rabillo de mi ojo la vi. Pero cuando intenté enfocarla, ya no estaba. No pude dejar de pensarla el día entero. ¿Qué se sentirá ser como ella? Saber que nunca debes dudar de tus capacidades, para poder sentirte verdaderamente feliz ante el triunfo de otros; nunca sentir miedo de terminar relaciones que ya empezaron a decaer; entender que los problemas solo se agravan cuando te preocupas por ellos, porque no tienes el valor para enfrentarlos; aceptar que soy el centro de mi mundo, pero no el centro del mundo.
A veces me parece vislumbrar su presencia. Seguro es porque ella también siente curiosidad de mí, aunque sea por unos segundos, y encuentra extraña mi búsqueda de milagros. Quizá no logra comprender por qué, a veces, soy yo misma la que se pone los obstáculos para no avanzar; no entiende mi necesidad de buscar lo escrito en las estrellas. No comprende el hecho de que a veces lastimo a quienes amo por enfrascarme en palabras complicadas y pensamientos enredados. No se explica por qué pongo expectativas en los demás y en mí misma, y luego sufro cuando mis fantasías no son cumplidas.
A veces trata de hablar, de advertirme de todas esas contradicciones, pero aunque intente seguir las palabras que de vez en cuando susurra a mis oídos, no puedo evitar que mi resolución flaquee ante el peso de mis dudas. No puedo evitar pensar que nunca llegará el día en que esté satisfecha conmigo misma. Es por eso por lo que le escribo que sí puede logarlo.
Tú puedes lograrlo, lejana y desconocida yo.