V. Napoleón

pexels-cottonbro-5853195-scaled-thegem-blog-default

La mente se desborda de pensamientos, y el corazón de sentimientos. ¿De qué me sirven las preguntas si no habrá respuestas? El silencio por horas me parecía más alentador que el silencio eterno.

Eres un anhelo tratando de representar lo irrepresentable. Jamás te conocí, ni tu voz, ni tu alma; solamente mi V, mi pequeño niño, aquel que estuvo y después desapreció. Ahora ¿a quién le rezó? ¿A quién imploro?

Tu imagen resultó un demonio, uno que arrancó mi yugular y me dejó moribunda en un lecho de enfermedad y agonía. Dijiste que ya no serías más mi inspiración, pero yo no supe cumplir la promesa, porque sigues siendo lo primero que veo y lo último que deseo.

No sé cuánto alcance tendría mi necesidad por ti. De todos modos, no la quiero medir y tampoco la quiero detener, pues olvidar sería romper nuestro vínculo, que, aunque me hayas dado la espalda, sé que una luz te atraviesa el corazón.

¡Estoy loca! Tan loca, que te sueño dormido y tranquilo a lado mío. En cada noche estás tú, escuchando, sin movimiento, con la respiración calmada; esperando a que parara mientras decías que me amabas. Pero dime: ¿a quién quise? ¿A un fantasma? ¿A una máscara? Porque así luce tu sonrisa ahora. No como la que me dabas a la hora de acariciarme o de terminar un beso. Ahora es fría, totalmente inerte, vacía.

Esperé por un ser que jamás me amó, que jamás me pensó. ¿Y ahora? ¿Quién soy? Tendré que aprender a vivir con tu recuerdo, o al menos eso me dijeron, pero ni siquiera sé si es fiable.

Aun así, con amor y premura, V. Napoleón es como te recuerdo.

28

Dejar un comentario

X