Las piernas descubren su propósito
al enredarse con otro par;
entre las sábanas por fin
se rinden con placer
no son ya soporte ni fuerza
sino tersura y calidez;
fluyen livianas
como peces en el agua.
Las manos conocen de memoria
tantas superficies indiferentes, grises y frías
cada tecla, cada perilla y cada interruptor
que manipulan sin sentir
cumpliendo su labor mecánica.
Las manos están muertas
hasta que acarician una piel,
ven fuegos artificiales
y presienten en sus colores
nacientes aficiones por degustar.
Los labios, pálidos o rojos,
delgados o gruesos,
son vano ornamento
que no late y se marchita
pues fenecen los labios
que no están besando.
Ama
para sentir que vives
y que despierte del letargo
cada poro de tu piel;
para ansiar el dolor
y disimular el placer.
Si en cada cita había
perfume y suave dulzura
de algodón de azúcar;
si no te amaron
con lengua y colmillos,
uñas y sudor:
lo siento, niña, aún no,
no te amaron como vale la pena…
como debían.
Semblanza
Mi nombre es Diana Josefina De la Vega Juárez, tengo 27 años y soy una mamá humanista que escribe, cocina y hace manualidades. Soy Lic. en Lengua y literaturas hispánicas por la facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Este año, uno de mis cuentos fue publicado en la antología de cuentos infantiles Pequeños gigantes, editada por la Red de Escritores y Escénicas, Potosí, Bolivia (2021).
El mejor !!
Excelente poema!!