ENCIMA de la ropa sucia, de los manteles y el cartón de huevo;
sobre la veladora, los trapos y la prensa de café;
en la azotea a la que no subimos, arde un sol lateral que no hay ahora.
Eso que recordamos tú y yo será otro día,
cuando haya bajado el sol lo suficiente,
antes de que tus manos y las mías se hagan sombra, no figuraciones.
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