Una vida en tu compañía

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Nuevamente, al despertar, el deseo de tu presencia se apodera del vacío. Aun a la distancia, confesiones mutuas permanecen en el viento; promesas proferidas, deambulan con sigilo. Cómplices palabras resuenan tenuemente; el susurro del primer “te amo” se extiende por la sangre.

El aire arrastra por la vida la promesa de tu arribo. Nuestra risa compartida se asoma furtiva con malicia. Como parte de un delirio, se aparecían, todavía, las huellas de los pasos andados de la mano. Así, añoranzas acumuladas se apropian de mi mente. La reminiscencia del pasado anula mi presente. Tu recuerdo en días pesados, es mi tregua de nepente.

Evocas en mi mente: la sensación omnipresente de fundirme con tu cuerpo; la potencia de soñar despierto, un mundo delirante; la inquietud que desespera, por aquellos días que acercan; un mundo prometido cuyo brillo se aproxima en el correr de las jornadas. Eso y más se enciende en un ardid de fantasías.

Espero el momento en que el despertar de mis días se encienda con tu luz. La aventura de una vida cotidiana. Recorrer despreocupados los senderos de las calles. Planificar ilusionados, la salida a cualquier lado. Conversar emocionados de lo vano y lo mundano. Compartir cada experiencia, por más sencilla que ésta parezca. Hablar sin ataduras, de los pesares que acontezcan. Apreciar que el brillo de la luna se consuma en tu pupila. Encontrar la chispa que nos encienda en el fulgor de las mañanas. Percibir el impulso palpitante de una llama que nos acecha.

Cada día y cada noche, agradezco la estrella que me guía. Encontrarnos sin buscarnos, en un paraíso desconocido; cruzarnos seducidos, por ocultos cantos que embelesaron el camino.

Anhelo que un día se consume una vida en tu compañía. Anhelo que llegue ese día, qué alegría esa sería.

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