Sobre cosas que se rompen

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En el mundo nacemos frágiles, desprovistos e indefensos; al saberlo no es raro comprender por qué tantas cosas se rompen en la vida. Se rompen los sueños, las esperanzas, los paradigmas, los estereotipos, los corazones… la gente rompe en llanto para liberar las penas acumuladas en su alma, característica esencial del ser humano.

Se rompen las alegrías, las ilusiones y ahora todo lo escrito tiene un tinte de desesperanza y melancolía, como si se anhelara algo más, algo trascendente e inalcanzable. Se da una imagen donde la aflicción fuera la nueva paz, parece que, para poder ser felices, tenemos que desnudarnos y despojarnos de toda la materialidad y bañarnos de tristeza, beber de ella, abrazarla y caminar hacia delante, más cerca de la felicidad.

Como dice el dicho, para cada roto hay un descosido. En un planeta tan quebrado como en el que vivimos no es sorprendente encontrar tanta gente descosida similar a uno mismo, que entienda por lo que has pasado y que se ayuden mutuamente a enmendarse; sin decir “yo voy a remendarte, y tú a mí”, no. Ayudarse mutuamente significa mostrarte tal y como eres ante el otro, ser escuchado y aconsejado para poder repararte a ti mismo, y al mismo tiempo ser escucha, consejero y espectador del otro, vulnerable y despojado de cualquier máscara o armadura, observando cómo sana también; sin ser egoístas ni dependientes, estando juntos, pero no atados.

En la vida se rompen los lazos, las uniones, la carne, la existencia misma al llegar al fin del camino. Se rompen tantas y tales cosas… se quiebran para renovarse, para reconstruirse; para cambiar, avanzar y crecer. Algunas no se rompen del todo y en cambio dan lugar a cosas maravillosas y mejores, nuevos sueños, nuevos lazos, nuevas esperanzas, nueva felicidad.

Finalmente, lo que hay que entender es que somos seres frágiles y es normal que nos rompamos. Del mismo modo, es normal y sano que necesitemos ayuda para enmendarnos y avanzar. Y se necesita valor para pedir ayuda. Después de todo, en un mundo lleno de seres delicados, sintientes, lo raro es que alguno no se rompa mientras camina hacia la felicidad.

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