
Las cosas que no hacemos son como fantasmas que viven en casa.
Están en todas partes, no puedes verlas,
pero las sientes dando sustos en tu mente.
Las sientes cerca de ti, persiguiéndote.
Parecen ser la culpa de no aprovechar el tiempo.
Las cosas que no hacemos dan vueltas dentro de nosotros,
nos sacuden y nos llevan a otros lugares que desconocemos.
Las cosas que no hacemos suelen atormentarnos y
les damos permiso para hacerlo.
Las cosas que no hacemos están ahí para divertirse.
Se burlan de nuestras angustias y pensamientos.
Juegan con nuestros sentimientos
y nos lastiman con esos recuerdos.
Nos hacen creer que no somos suficientes,
¡que siempre somos más!
Y eso cómo duele.
Las cosas que no hacemos pueden ser luz, también.
Pueden ser esa esperanza de que todo estará bien.
Pueden ser esa guía que nos acompañará,
porque mientras estemos vivos
las cosas que no hacemos no se irán jamás.
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